Rick Wakeman, en el Teatro Gran Rex (29-XI-2012)

Hace poco, haciendo zapping me encontré con uno de esos programas cómicos que pasaban por la televisión cuando yo era chico y que nunca había vuelto a ver. La curiosidad inicial fue rápidamente reemplazada por la sorpresiva pero irrefutable constatación de que aquello que en su momento había abierto nuevos caminos, resultado innovador, diferente o estimulante, visto desde hoy era lento, aburrido, ingenuo, carente de toda gracia y solo rescatable desde el cariño o la ternura por lo que en un momento lejano, en un contexto totalmente diferente de la historia y de mi vida pudo haber significado. Hay que reconocer que su aparición fue importante entonces y muchos de sus aportes fueron luego retomados para nuevos usos, pero, aunque pueda reconocerle sus méritos, me resultó imposible compartir el respetable y comprensible entusiasmo de otros y verlo como si nada hubiese pasado desde entonces.

Marcelo Moguilevsky, en Café Vinilo (28-XI-2012)

El tipo va armando una orquesta imposible, grabando sonido sobre sonido en vivo, usando todos los instrumentos de viento posibles, desde clarinetes, saxos, flautas varias y un shofar como nunca se escuchó en templo alguno, hasta los sonidos de un papel arrugándose, las llaves del clarinete, el agua llenando una copa y un silbido que merece un concierto propio. Y esto que podría ser un mero ejercicio autoindulgente y entretenido solamente para el que lo hace es todo lo contrario, porque el procedimiento no tiene la menor importancia, excepto para el regodeo de estudiosos y melómanos amantes de la anécdota banal y los testigos presenciales que asisten a un acto de magia sonora. Cuando algo así lo hace un músico de la creatividad, el virtuosismo y la sensibilidad de Marcelo Moguilevsky se convierte en un ritual por el que uno quisiera pasar mil veces, el de ser como un niño que escucha fascinado como le cuentan un cuento maravilloso por primera vez.

Rudi y Nini Flores / Los Hermanos Souza, en Fundación Proa (21-XI-2012)

Es un lugar común decir que la música y la cultura atraviesan las fronteras nacionales, pero ver en un mismo escenario a los hermanos correntinos Rudi y Nini Flores y a los hermanos cariocas Rogério Souza y Ronaldo do Bandolim confirma que no se trata de meras palabras vacías sino de una realidad que se escucha. También es obvio decir que lo que los Flores hacen con una de las músicas más ninguneadas de la Argentina es excepcional, con una creatividad y variedad en timbres y arreglos sorprendente. Ambos dúos tocan chamames y choros como quien hace música de cámara (y quien quiera bailar con ellos deberá estar muy atento a los constantes cambios rítmicos) pero en su melodías y búsquedas musicales, se cuelan los sabores del tango, el jazz, el bolero, el samba y mil más que recuerdan que lo que une sonoramente a muchas tradiciones musicales es más de lo que las separa. Y no se trata de música de fusión, sino de hacer música con libertad. 



Alvy, Nacho y Rubin interpretan a Los Campos Magnéticos, en La Oreja Negra (20-XI-2012).

El mismo Nacho Rodríguez definió su corta presentación solista abriendo la segunda fecha del ciclo de los Campos Magnéticos en La Oreja Negra como "melancólica". Pero además hay una tendencia (que puede encontrarse también en otros de los que Martín Graziano llama Cancionistas y en algunos de sus referentes de generaciones anteriores) a cierto manejo del silencio, de la energía, a tocar evadiendo 
los micrófonos y la amplificación, al uso del susurro y la media voz, obligando al público a esforzar el oído (generalmente acostumbrado a altos volúmenes) para escuchar lo que está sucediendo y creando una cierta intimidad. Este efecto teñido de timidez, y de un innecesario casi pedir disculpas en Nacho, muta hacia la complicidad con el trío junto a Alvy y Rubín, notable en la comunicación interna entre los miembros del grupo y la que establecen con su devoto y fiel público.

Cuestiones que me interesan (y que no me interesan) al escribir microcríticas

Cuestiones que me interesan al escribir microcríticas
1- Ejercitar la escritura de manera placentera, sin amoldarme a las condiciones de extensión, tono, temática y forma de los medios tradici
onales.
2 - Recuperar un momento para la reflexión acerca de lo que veo y escucho.
3 - Intentar repensar y cuestionar preconceptos y prejuicios.
4 - Conectar eventos puntuales con ideas más generales que los excedan.
5 - Experimentar en la búsqueda de contenidos y formas de escritura de críticas musicales que quiera leer.
6 - Apoyar los artistas y los lugares que me parecen valiosos.
7 - Tener una excusa para ver música en vivo lo más seguido posible.

Cuestiones que NO me interesan al escribir microcríticas
1 - Juzgar lo que está bien y lo que está mal.
2 - Convencer a nadie de nada.
3 - Militar en contra de nada.
4 - Hacer una crónica o dar cuenta de todo lo que sucede en un evento.

"Apátrida", de Rafael Spregelburd con música de Zypce, Teatro El Extranjero (17-XI-2012)

Cada uno verá lo que quiera o pueda, pero yo me llevé varias ideas y nuevos puntos de vista para seguir pensando cuestiones de esas que me interesan, como el mundo del arte y su lugar en la sociedad, la crítica, el marketing, el dinero, las cosas que valen la pena y las que no, los prejuicios, el sentido de muchas tareas y la milonga entre magnates con sus locas tentaciones. Pero, a la vez, disfruté de un recital de Zypce (que parece haber encontrado en este ámbito una forma de romper con las cadenas del mundillo musical). Una sinfonía libre, lúdica y experimental para artefactos indescriptibles, voces y un actor, que el músico toca como si fuera un instrumento, mientras que el compositor actúa y lleva adelante la acción; un caballo de Troya de la música contemporánea que, camuflada de teatro, logra efectos inimaginables en un público al que de otra forma quien sabe lo que le causaría.

Flor de MaMbo, en Despacio Martinez (16-XI-2012).

Quizás sea la misma tendencia de mirar atrás en busca de variedades y hasta de raíces que hace que los jóvenes y ya no tanto exploren el tango, y otras músicas de la primera mitad del siglo XX que hasta hace pocas décadas (quizás ellos mismos) consideraban obsoleta música de gerontes la que hace que en Buenos Aires pueda escucharse hoy una muy verosímil orquesta de mambo que no toca para jubilados
, sino para treintañeros metropolitanos. Por suerte lo hacen talentosamente basados en la música y sin recurrir a disfraces, didáctica, teatralizaciones, o apelaciones nostálgicas. Pero de la misma manera que aquellos músicos que intentan tocar música antigua con instrumentos medievales/renacentistas /barrocos para sonar, vestirse, pensar o vivir "de época", en algunas ocasiones pueden encontrar su talón de aquiles en la dificultad de encontrar oídos y respuestas que acompañen esa búsqueda; al menos hasta donde pudo verse en esta fecha en un lugar amigable, perfectamente apto y bien predispuesto para la ocasión. Hay muchas formas de disfrutar de la música y todas son válidas, y los porteños tenemos una idiosincracia templada, bastante alejada del trópico, pero la quietud del público que el azar reunió esta noche fue, al menos desconcertante.

Pablo Grinjot, en Café Vinilo (14-XI-2012)

A veces suele asociarse la simplicidad con la escasez de recursos, pero en el caso de Pablo Grinjot, parece ser más bien producto de todo lo contrario, el de alguien que, porque tiene herramientas decide que no tiene necesidad de usarlas todas todo el tiempo. Quizás las canciones, muchas de ellas sobre ritmos más bien rurales (chacareras, milongas y otras yerbas), pero interpretadas con impronta y
 entonación sutilmente urbanas solo muestran el iceberg del que son la punta visible en las sutilezas y variedad de instrumentos que suben y bajan del escenario o en el trabajo que parece haber involucrado para lograr que formas poético musicales de otros tiempos suenen inconfundiblemente a hoy. Hay cimientos en esa arquitectura; puede parecer un ranchito en la playa, pero no hay lobo feroz que pueda soplar ese rascacielos.

Alvy, Nacho y Rubin interpretan a los Campos Magnéticos, en La Oreja Negra (13-XI-2012)

Las instrumentaciones casi acústicas (más folk que rockeras) y las interacciones en concierto y en estudio entre solistas con carreras propias es una característica fácilmente notable en la actual escena cancionista porteña que hace natural pensar que los repertorios personales de Jano SeitunNacho Rodríguez y Seba Rubin podrían intercalarse y convivir sin conflictos con las versiones argentinas del de los Magnetic Fields. El pequeño set solista con el que comienza cada una de las fechas de este ciclo del exitoso trío es una variante que cae de maduro. ¿Por que no habrían de interesar a los fans de los Campos Magnéticos las versiones acústicas (a solas y con el flamante dúo Jano y sus hermanos) que dan nueva vida y color a las canciones de Alvy que nos habíamos acostumbrados a oír con la potencia de la big band habitual? Evidentemente, este árbol tiene aún más frutos por dar.

Mompox, en Bommn Fest, Ciudad Cultural Konex (10-XI-2012).

No se como será que los que están en el tema llaman hoy en día a esta música hecha en gran parte con instrumentos electrónicos que solo un experto puede detectar cual de los sonidos que se escuchan está produciendo. Parece simple música para bailar de fuerte impronta tecnológica (reforzada quizás por la pantalla con el subtítulado en castellano de letras cantadas en inglés ubicada al frente del escenario y la presencia de la encargada de esta función en escena como un músico más), pero la cosa no es tan sencilla: los ritmos distan de ser lo cuadrados y previsibles que parecen y junto con los constantes cambios hacen del inevitable baile casi una forma de análisis musical.

Diego Schissi y Andres Beeuwsaert, en Concierto a beneficio del piano de Café Vinilo (10-XI-2012)

En la tarde previa a la noche en que miles de porteños se aprestan a hacer largas filas para visitar museos que están vacíos el resto de la semana, Diego Schissi y Andrés Beeuwsaert se juntaron para un breve concierto a beneficio de las reparaciones que necesita el piano del Café Vinilo, que tantas alegrías nos da, pero que se toca con pasión casi cada noche. Tocaron de esa música que por suerte no sabemos como se llama ni a que género pertenece excepto al humano (y hay razones para dudar de esto último) y si Charlo, Cadícamo, Mateo y Carlos Aguirre escucharan lo que hicieron con sus composiciones seguramente se sorprenderían gratamente. Ver que no haya al menos una fábrica de pianos, minorista o importador de instrumentos, comercio, empresa, organismo gubernamental, fundación, embajada, universidad o mecenas que considere que le puede resultar beneficioso auspiciar la tarea de lugares como este donando un piano modelo nos recuerda algunas de esas (no tan) pequeñas cosas que obstaculizan que este sea un país mejor.

La Filarmónica Cósmica, en Vuela El Pez (9-XI-2012)

Este grupo puede pensarse como el lado más rockero del triángulo que se completa con les amateurs y con las presentaciones como solista de El Gnomo (Martin Reznik). Son buenas canciones incluyendo varios hits pegadizos para cantar a todo lo que de la garganta (si la melodía de Tres le llega a alguna hinchada de fútbol se pudre todo) y una banda de músicos capaces de tocar músicas elaboradas pero que se pueden bailar en un boliche. Debe haber mil cosas más que se pueden decir, pero a veces, por suerte, quizás no hace falta. 

Las Carmelitas, en Vuela el Pez (9-XI-2012)

Un personaje de Peter Capusotto como el de Latino Solanas muestra lo ridículo que queda un joven porteño de clase media queriendo ser un pandillero hijo de inmigrantes portorriqueños en un barrio pobre de Nueva York y rapear o hacer hip hop en castellano basado en ciertos modismos, acentos, temáticas y actitudes implica correr ese riesgo. Si la actitud es buena parte del asunto, la de las dos cant
antes de Las Carmelitas resulta refrescante por su soltura, su simpatía, su manejo del escenario, su humor sin excesos, y cierta libertad melódica apoyadas por un grupo de músicos proveedores de un ritmo que transformó una simple banda soporte en una pequeña fiesta antes de lo esperado.

Reflexión metacrítica: Autoguía para la escritura de microcríticas. Versión 1.1

Como le estoy tomando el gustito a experimentar con estos textos breves, quise poner por escrito algunas de las cosas que me doy cuenta que me voy imponiendo a mi mismo mientras las hago, para no olvidarme. Igual, seguro que mañana me arrepiento o las cambio, total..

- Textos breves: un párrafo
- Ir directo a la idea, a la conclusión,a la síntesis que quedó después del concierto. La respuesta concisa a la pregunta: ¿Que tal el concierto de anoche?
- No intentar ser descriptivo ni hacer una crónica.
- No querer ser abarcativo ni dar cuenta de todo lo que sucede
- Tratar de que los textos sirvan para pensar o replantearse problemas.
- Cuestionar las ideas propias y aprovechar el texto para ver si está se está de acuerdo con lo que se pensaba antes de escribir y leerse.
- Evitar comparaciones con otros artistas para describir lo que suena.
- Elegir rescatar lo interesante del concierto, aunque sea tangencial.
- Tratar de ponerse por un instante en el lugar del resto del público, de los artistas y de los productores, evitar ser prejuicioso o escupir asados ajenos.
- No tomar notas durante el concierto, pero escribirla entre que termina y antes del día siguiente, para rescatar el residuo de la impresión que causó el evento pero aun en caliente. Salir a comer o a tomar algo o a lo que sea después del concierto y antes de escribir es bueno para decantar ideas.
- Aprovechar el feedback inmediato de internet y ampliar la mirada propia con los aportes de otros. La microcrítica en un work in progress, no un veredicto.
- Reservarse el derecho a cambiar las reglas si uno cambia de idea.

Seba Ibarra en el Café Vinilo (7-XI-2012)

Recién cuando Seba Ibarra empezó a hablar entre tema y tema terminé de caer en la cuenta de que más allá de lo que yo escuchara de diversidad y variedad en su música de interesante y bien lograda mezcla de tradiciones musicales, para él y para buena parte del público que llenaba la sala, no sólo estaba muy claro en que campo musical, geográfico y cultural se movía, sino que esa reafirmación de identidad resultaba un ingrediente clave para estar reunidos en esa noche en que Buenos Aires se caía a pedazos por apagones de energía y golpes de calor. Lo que en lo sonoro podía ser un ingrediente más (aunque importante, claro está) en el discurso parece resultar clave. Estas canciones funcionan y se sostienen aun para quien no conoce nada del contexto original donde surgen y del que toman inspiración y pensarlas solo como expresión algo modernizada de un folklore litoraleño queda a medio camino entre ser un raíz que da buenos cimientos y un ancla que limita posibles movimientos. Como decía aquella canción "es muy triste negar de donde vienes", pero como también agregaba "lo importante es adonde vas". ¡Ladran Sancho!

Alvy, Nacho y Rubin interpretan a Los Campos Magnéticos, en el Parque Las Heras (3-XI-2012).

Es interesante recordarse como el contexto condiciona la performance musical. Las versiones que Alvy, Nacho y Rubin hacen de las canciones de los Magnetic Fields parecen perfectas para escuchar sentado en el pastito de un parque bajo el sol. Lo que pasa es que, en la realidad, la postal bucólica se traduce en un escaso público rodeado de grupitos de jóvenes que presta dudosa atención, niños que gritan, jubilados que pasean, vendedores de refrescos que estacionan en cualquier lado y ese clima, ese encantamiento que se produce en uno de sus shows normales se transforma en una cierta extrañeza casi apática como de quienes miran sin ver. ¿Habrá aquí alguna clave oculta para entender la recepción del publico no iniciado al trabajo de los cancionistas actuales? ¿Deberían haber tocado canciones originales en vez de las traducciones de Merrit? ¿Alguien comprará un disco o irá a un concierto en serio con entrada paga porque los conoció hoy?¿Quizás valga la pena todo por el acertado gesto de Rubin de reclamar, además de los espectáculos gratuitos en las plazas apoyos para las salas donde todas las noches se produce la música que hace posibles estos festivales, aun con los mil escollos (en vez de apoyos) del Gobierno? ¿Debemos no buscar el pelo al huevo y conformarnos con pasar un grato momento al atardecer? No sé; por ahora, lo sumamos a la larga lista de interrogantes que quizás, algún día...

Tinta Roja, en La Dama de Bollini (3-X-2010)

Tocan bien, tienen buenos arreglos, son profesionales y ella canta con afinación y simpatía, pero el repertorio (Garúa, Nada, Pasional y una seguidilla hits y de canciones de Piazzolla) no ha sido evidentemente el aspecto que más les ha interesado desarrollar. ¿O sí? El local estaba lleno, y no de turistas japoneses sino de porteños de edad suficiente para conocer el tango hace algunas décadas, y recibió la performance con entusiasmo. En un punto tiene sentido: si la música clásica sobrevive hace cien años repitiendo una y otra vez cien obras compuestas hace más de un siglo, ¿porque el tango tiene que privarse de perpetuarse en repetir un sinfín de sus cien mejores títulos? Es comprensible que haya una comodidad para cierto tipo de público en conformarse con lo ya conocido y de eficacia comprobada. ¿Es esto lo que el público quiere?¿Es esto lo más interesante que estos músicos pueden dar, la mejor forma de aprovechar sus capacidades?¿Cual debe ser el lugar de la innovación en la actividad musical? Que haya cosas para todo público (o para diferentes públicos) también es parte de la diversidad y es bueno no olvidar que eso es importante y necesario.

La Delio Valdez, en Café Vinilo (3-XI-2012).

Es interesante el ejercicio de asistir a un mismo espectáculo en diferentes ocasiones, más aun si son varias fechas de un mismo ciclo, porque permite percibir otras sutilezas del evento y ver cosas diferentes a través de la comparación. Una misma orquesta de cumbia dos noches consecutivas en un mismo lugar: la diferencia en la reacción del público entre ambas fechas fue notable aunque más no sea en el porcentaje que se animó a dejar las sillas y bailar en los pasillos y la forma en que lo hicieron. ¿Fue el reemplazo temporal de la cantante principal por colegas que, si bien cumplieron artísticamente bien con su función más específica de cantar, lograron diferente manejo escénico o habilidad para la comunicación verbal con el publico?¿Fue el azar de los intereses y humores del público, que por casualidad se juntó cada noche? (Si alguien quisiera escuchar esta música tan interesante sin necesidad de bailar, el Café Vinilo suena como el lugar adecuado)¿Que rol juegan las posibles pequeñas variantes que en la performance musical puede haber de un mismo repertorio en diferentes ejecuciones? ¿Cuanto hay de uno mismo? Bibliografía sobre cuestiones como estas hay a patadas, claro, pero no siempre es fácil explicar porque dos noches de la misma fiesta no fueron la misma.

La Delio Valdez, en Cafe Vinilo (2-XI-2012)

El salón del Café Vinilo suele ser un ambiente muy cool, muy circunspecto, de mesitas donde la gente toma sus tragos y come delicatessen mientas escucha la más selecta música de Buenos Aires. Verlo transfigurado en pista de baile es un mérito que no se si logran muchos más que La Delio Valdez, una big band de cumbia a la colombiana hecha por argentinos (si es que eso importa) apta para todo público, aun para aquellos que están convencidos de que no les gusta la cumbia, pero que aun están dispuestos a no dejarse vencer por los estereotipos de aquello que se supone que queda "bien".